Lantejuela tiene ese algo que cuesta explicar. No es solo la laguna, ni el silencio que se cuela entre los olivares. Es el ritmo de vida, la forma en que la gente se saluda por la calle, la manera de hablar pausada, sin prisas ni vueltas de más. Y en medio de eso, las celebraciones adquieren otro color. No se hacen por compromiso, se hacen porque apetece, porque hay ganas de juntarse, de compartir mesa, copa y conversación. Ahí es donde cobra sentido lo que hacemos en Portela.
Nuestro trabajo como salón de celebraciones en Lantejuela no es únicamente preparar menús para las distintas celebraciones. Es interpretar el entorno. Entender que no es lo mismo servir un evento aquí que hacerlo en el centro de Sevilla. Los tiempos son otros, el ambiente también. Aquí la gente valora el detalle silencioso, la cercanía sin aspavientos, el sabor limpio de un plato bien hecho. No buscan el show, buscan sentir que todo encaja. Que lo que comen no desentona con lo que ven ni con lo que sienten.
Por eso, cuando preparamos una boda o una comunión en la zona, no llegamos con una propuesta cerrada. Escuchamos primero. ¿Dónde será el evento? ¿En una finca familiar? ¿En el patio de una casa antigua? ¿En una carpa en medio del campo? Todo eso cambia la forma en que trabajamos. La logística, el montaje, los tiempos. Lantejuela impone su propio ritmo, y forzarlo nunca sale bien.
La ventaja de conocer bien la zona es que podemos anticiparnos. Sabemos cómo afecta el sol a ciertas horas, qué tipo de suelo hay en los espacios abiertos, dónde se corta el viento al caer la tarde. Detalles pequeños que, si no se tienen en cuenta, acaban generando problemas. Y cuando uno lleva años haciendo eventos aquí, los va interiorizando casi sin darse cuenta.
En las celebraciones de bodas en Lantejuela, todo gira en torno a la naturalidad. Los novios suelen querer algo elegante, sí, pero sin caer en lo pretencioso. Un servicio cuidado, platos bien presentados, tiempos bien marcados, pero sin que parezca un restaurante de lujo. No se trata de impresionar, sino de que la experiencia sea agradable, fluida. Que la gente coma bien, se ría, brinde, y se quede con la sensación de que todo ha salido como debía.
Hay quienes nos piden que todo sea tradicional: menú clásico, entrantes fríos, carne de segundo, surtido de postres. Y hay quienes se atreven con estaciones de comida en directo, showcooking de arroces o mesas de quesos artesanos. Ambas opciones tienen sentido, siempre que estén bien ejecutadas. Porque lo esencial es que el servicio acompañe, no que robe protagonismo.
Otra cosa que define nuestra forma de trabajar es el respeto por el producto local. En esta tierra, ¿para qué inventar cuando tienes acceso a buen pan, buenos aceites, jamones de calidad, verduras frescas y carnes nobles? Todo eso lo usamos sin disfraces. No hace falta cubrirlo con salsas ni decorar en exceso. Un plato con materia prima honesta y bien tratada habla por sí solo.
Para las comuniones en Lantejuela, el enfoque cambia un poco. Menús más dinámicos, platos que funcionen en distintos tramos del día, propuestas que gusten tanto a críos como a adultos. Pero la filosofía es la misma: que se note dónde estamos, que cada detalle tenga sentido. Aquí un arroz bien hecho o un filete empanado con sabor vale más que un plato raro con nombre francés. Lo auténtico nunca pasa de moda.
Y claro, todo eso solo se puede ofrecer si hay un equipo que lo entienda. No basta con saber cocinar. Hay que saber leer el ambiente, entender cuándo entrar y cuándo dejar espacio. Por eso en Portela no se improvisa personal. La gente que sirve en nuestros eventos lleva tiempo con nosotros, conoce el oficio y entiende la importancia del equilibrio. Ni demasiado formal, ni demasiado suelto. Lo justo.
Hay días en los que terminamos un evento y el cliente no dice nada más allá de un “todo bien, muchas gracias”. Y con eso basta. Porque sabemos que en esta zona las cosas no se exageran. Cuando la gente está contenta, lo demuestra a su manera. Volviendo a llamarnos para el siguiente evento. Recomendándonos a un familiar. Pidiéndonos presupuesto sin buscar comparaciones. Eso es lo que vale. Lo que nos mantiene con los pies en la tierra y las manos en la cocina.
Así es Lantejuela. Discreta, sencilla, pero exigente a su manera. Y por eso mismo, ofrecer un buen catering aquí tiene un valor especial. Porque cuando uno logra que el servicio se integre en el paisaje, que la comida hable el mismo idioma que el entorno, y que el cliente no tenga que preocuparse de nada… entonces sí, se ha hecho un buen trabajo.
Salón Celebraciones Portela & Catering
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